LLAMA Y PIDE CITA EN NUESTRO CENTRO DE FERROL: 881 939 195

SELECTIVIDAD ALIMENTARIA Y AUTISMO: TRABAJO CONJUNTO ENTRE LOGOPEDIA Y TERAPIA OCUPACIONAL

A lo largo de los años, son múltiples los estudios que reflejan las dificultades de alimentación en personas autistas. Algunos indican que los niños con TEA presentan un desarrollo más tardío de los hitos relacionados con la alimentación, otros que suelen incorporar de forma más tardía los sólidos a su dieta, e incluso que muestran un mayor rechazo alimentario con una tasa del 41,7% frente al 18,9% de los niños con desarrollo normotípico.

En consecuencia, pueden presentar selectividad alimentaria: una tendencia a rechazar ciertos alimentos o grupos de alimentos, limitando la variedad de alimentos que consume y afectando negativamente a su nutrición y crecimiento. La razón por la que los niños son selectivos con su comida es muy diversa: la textura, el sabor, el olor, la apariencia o incluso por una experiencia negativa previa con un alimento.

Por lo general, a medida que el niño crece, la mayoría supera esta conducta y comienza a aceptar y probar nuevos alimentos. Sin embargo, en algunos casos como el de los niños autistas, ésta conducta se mantiene en el tiempo originando la necesidad de buscar una alternativa para alimentarse (ej.: sonda) y de complementar la dieta con suplementos nutricionales.

Habitualmente, entre los síntomas más comunes se incluyen una ingesta reducida de alimentos (10-15) y una dieta poco variada y monótona que se puede solventar con la presentación de diferentes alimentos de manera gradual respetando los tiempos del niño; pero en los niños autistas las dificultades con la alimentación van un paso más allá porque pueden aparecer:

  • Alteraciones del ritmo de la conducta donde encontramos dos extremos:
  1. Niños donde la sensación de saciedad es escasa y comen de forma compulsiva.
  2. Niños en los que los tiempos de comida son amplios y lentos por su poca motivación a la hora de comer.
  • Negativa de comer sólidos: son casos de niños que comen de todo triturado y no presentan una nutrición deficiente, pero se da un rechazo absoluto cuando se cambia la textura del alimento a sólido; produciéndose conductas disruptivas e incluso el rechazo del alimento.
  • Rituales marcados durante la comida: la incapacidad para cambiar el pensamiento o la conducta de acuerdo con los cambios que se producen en el ambiente; puede generar comportamientos disruptivos que aparecen si se modifica la hora de la comida, el sitio de los comensales en la mesa, la forma de presentar el plato…
  • Problemas conductuales:
  1. Dificultades a la hora de controlar los impulsos.
  2. Llamadas de atención a través de conductas disruptivas (ej.. escupir o lanzar la comida) aunque se haya conseguido la autonomía a la hora de utilizar los cuchillos.
  • Alteraciones de base sensorial: muchas personas con TEA tienen hiposensibilidad (niños que necesitan mucha infromación para generar una respuesta) o hipersensibilidad (respuesta exagerada ante pequeños estímulos) lo que provoca alteraciones en la alimentación. Las manifestaciones pueden ser las siguientes:
  1. Auditivas: los ruidos intensos, agudos o continuos les pueden provocar sensaciones extremadamente molestas o casi dolorosas. En la alimentación estos ruidos pueden ser provocados por los alimentos crujientes (ej.: galletas cracker), o por los que tienen una textura más “gomosa” (ej.: chuches de pica-pica).
  2. Táctiles: la percepción de las texturas de los alimentos granulosos, astringentes, fibrosos, geles, etc. puede provocarles un rechazo, bien porque no sea aceptada dentro de la boca o por ser tocada con las manos.
  3. Gustativas: algunas comidas pueden resultar muy desagradables, por ejemplo por su sabor fuerte, ácido, excesivamente dulce…
  4. Visuales: la forma de presentación de los alimentos, así como la propia forma y color de estos, pueden ser una causa de rechazo o aceptación de determinados alimentos. Los alimentos más aceptados suelen ser los colores vivos (ej.: rojos, amarillos, naranjas…).
  5. Olfativas: los niños pueden notar a veces ciertos olores de la comida que para otras personas no resultan perceptibles o destacables, haciendo que sean más sensibles a la atracción o no hacia los alimentos (ej.: comidas fuertes como el brécol, o que apenas tienen olor como la patata).
  • Conducta de pica: en ocasiones, el trastorno es tan intenso que el niño no discrimina lo que quiere y se dan ingestas de sustancias no nutritivas y lo pueden poner en peligro por atragantamientos, alergias, intoxicaciones o perforaciones intestinales.

¿POR QUÉ ES NECESARIO EL TRABAJO CONJUNTO ENTRE LOGOPEDIA Y TERAPIA OCUPACIONAL?

En estos casos, es necesario trabajar conjuntamente con el área de Terapia Ocupacional debido a que la selectividad a menudo está condicionada por las alteraciones de base sensorial (niños con hiper y/o hipo sensibilidad) y por la rigidez conductual que caracterizan al trastorno.

  • Alteraciones sensoriales: es quizás el aspecto en el que ambos terapeutas tienen que trabajar más conjuntamente para ayudar al niño a tolerar el alimento en boca. Desde el área de terapia es de gran ayuda, por ejemplo, que involucren al niño en actividades que estimulan el sentido del gusto y mejoran la capacidad del cerebro para procesar y organizar la información que se recibe dentro de la boca; resultando al niño que sea más sencillo y agradable trabajar con el alimento y todo lo que conlleva.
  • Rigidez conductual: las personas autistas tienen una forma diferente de comportarse, interactuar, comunicarse y aprender. Es por esto que, ante situaciones que se salen de lo esperado en su día a día, es útil que desde ambas áreas les ayudemos a anticiparse a los cambios que va a sufrir su rutina de comidas para que se puedan adaptar a ellas antes de que ocurran.

¿QUÉ ESTRATEGIAS PUEDEN SER ÚTILES EN EL DÍA A DÍA?

En muchas ocasiones, estos niños son considerados “mal comedores” por su comportamiento alimentario, generando una presión ambiental constante; por ello, a continuación se reflejan unas estrategias que os pueden ayudar a manejar la selectividad alimentaria:

  • Presentar variedad de alimentos: es importante presentar diferentes tipos de alimentos, texturas y sabores para desarrollar sus preferencias alimentarias.
  • Introducir nuevos alimentos gradualmente: lo mejor es ir combinándolos siempre con un alimento “ancla” que le ofrezca seguridad al niño, en pequeñas cantidades, y en un formato manejable para el niño.
  • No forzar al niño a comer: si se fuerza al niño a comer algo que no le gusta, es posible que lo rechace aún más. Dejar que el niño experimente con diferentes alimentos es la mejor opción para que los tolere mucho antes.
  • Hacer que la comida sea atractiva y divertida: se puede presentar la comida haciendo caras con los alimentos o creando platos con formas divertidas, pero siempre procurando que los platos sean blancos y tipo fondue. También se puede hacer que el niño sea partícipe en la preparación de la comida para que se sienta más involucrado.
  • Ser un buen ejemplo: los niños tienden a imitar a sus padres, por lo que si los adultos comen una dieta variada y saludable, es más probable que el niño lo haga también.
  • Sentarlo a la mesa con nosotros: es importante que el momento de las comidas sea compartido por toda la familia porque el niño es un miembro más, y así debe de sentirse. Si le damos de comer primero a él, y luego dejamos que vea cómo comemos nosotros, la evolución será más lenta y el rechazo mucho mayor.
  • Ofrecer opciones saludables: asegurarse de tener opciones disponibles, como frutas o verduras, para que el niño tenga opciones saludables a la hora de elegir.
  • No ofrecer golosinas como recompensa: ofrecer dulces y postres como recompensa puede fomentar una mala relación con la comida y hacer que los niños vean los alimentos saludables como aburridos.
  • Tener paciencia: la selectividad alimentaria puede tardar en desaparecer, pero con perseverancia y paciencia se puede desarrollar una dieta más variada y saludable con el tiempo.

A pesar de ello, conviene que recordemos que no existen recomendaciones estandarizadas para la intervención en los trastornos de la alimentación en niños con autismo; por tanto, las estrategias reflejadas no deben de generalizarse y siempre se deben adaptar a cada caso en concreto consultando con nuestros logopedas y terapuetas ocupacionales especializados.