Una parte importante en nuestras vidas es la adquisición del lenguaje, formando parte de nuestra comunicación a través de un sistema de símbolos con una función amplia, que incluye la relación social y la exposición de deseos y necesidades personales.
El lenguaje inicia su desarrollo tras el nacimiento; desde el momento que un recién nacido nos escucha hablar se establece una comunicación muy básica en la que progresivamente el niño irá interaccionando cada vez más con su entorno. A lo largo de la infancia se adquieren los diferentes aspectos del mismo (desarrollo a nivel comprensión y expresión); llegando a un continuo proceso de cambio y evolución en nuestra etapa adulta.
Los componentes del lenguaje (fonológico, semántica, léxico,…) se desarrollan a lo largo de la infancia y dependen de factores externos e internos que pueden influir en la adquisión del mismo.
Entre las influencias internas encontramos:
- Características físicas del niño.
- Estado de desarrollo del mismo; proceso de maduración del sistema nervioso (tanto del SNC como SNP).
- Atributos determinados genéticamente.
Dentro de las influencias externas están las relacionadas principalmente con la familia:
- Personalidades y estilos de cuidado (de padres, abuelos, hermanos,…)
- Estatus socio-económico de la familia.
- La cultura donde el niño ha nacido.
En la adquisición del lenguaje debemos diferenciar dos etapas, que se rigen por unos periodos cronológicos (no totalmente diferenciados y variables según el autor), que presentan unas características generales y con posibles variaciones individuales:
- Etapa prelingüística o preverbal: caracterizada por el inicio de la comunicación y la adquisición de mecanismos que permitirán el desarrollo del lenguaje.
- Etapa lingüística. El lenguaje verbal requiere que el niño posea las características necesarias para descodificarlo y producirlo; esto implica desarrollar el aparato sensorial adecuado (entrada del lenguaje), tener un cerebro desarrollado y un aparato bucofonador que pueda emitir los sonidos del habla. Todo un proceso complejo y amplio que puede verse alterado en cualquier punto.
Para valorar y tratar a un niño con una alteración del lenguaje es fundamental que todo el equipo multidisciplinar esté coordinado y tenga en cuenta las capacidades y limitaciones a nivel físico, cognitivo y social, para que así pueda desarrollar su máximo potencial a todos los niveles. Esto implica la intervención de profesionales de diferentes disciplinas, como la Logopedia, la Fisioterapia y la Terapia ocupacional, entre otras.