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Tratamiento de la espasticidad

En nuestro post anterior hemos hablado sobre qué es la espasticidad, así como de la relevancia que tiene en diversas patologías de origen neurológico. Desde el abordaje multidisciplinar podemos ocuparnos de la espasticidad, siempre teniendo en cuenta que el tratamiento o tratamientos que vamos a utilizar, así como la intensidad y la frecuencia de los mismos, van a depender de una valoración exhaustiva de los profesionales especializados en neurología, en la que se tenga en cuenta el estado general y la evolución del paciente. Teniendo en cuenta todo ello, podemos utilizar como herramientas terapéuticas algunas de las siguientes:

  • Movilizaciones lentas: como se menciona en el post anterior, los movimientos bruscos provocan la activación del reflejo de estiramiento, por lo que las movilizaciones lentas van a ser beneficiosas (permitirán la modulación del tono postural).
  • Estiramientos: realizados lentamente, para intentar controlar los acortamientos musculares.
  • INN: mediante la utilización de técnicas de neurodinámica (movilizaciones y deslizamientos de los principales nervios) se pretende disminuir la tensión neural existente, la cual lleva al posicionamiento de los miembros en posturas de acortamiento, que a largo plazo pueden derivar en contracturas y deformidades.
  • DNHS: con la aplicación de punción seca se busca la relajación del músculo tratado, para posteriormente trabajar en la realización de una tarea con el recorrido que hayamos ganado.
  • Masoterapia: movilización del tejido suave y profunda, para relajar los músculos y ganar recorrido.
  • Recomendaciones de autocuidado 24 horas: dependiendo de cada paciente, existirán ciertas posturas que favorecerán el acortamiento muscular (o el aumento de tensión neural, en caso de estar presente) ya existente, por lo que es importante conocerlas e intentar evitarlas.

Estas son las principales técnicas que utilizamos en el día a día para tratar la espasticidad, aunque existen otras como pueden ser la termoterapia (aplicación de calor), crioterapia (aplicación de frío), vibraciones (aplicadas con una intensidad y frecuencia determinadas), hipoterapia (terapia con caballos), hidroterapia, etc.

Como decimos muchas veces, no hay dos pacientes iguales, por lo que la elección de la técnica a utilizar va a depender de cada persona. No es necesario (ni recomendable, en la mayoría de los casos) utilizar cada técnica de manera aislada, ya que en una sesión de tratamiento podemos combinar el uso de varias para intentar obtener el mejor resultado posible en cada caso particular.  Asimismo, como profesionales, debemos tener en cuenta que en algunos casos es la espasticidad la que permite al paciente realizar alguna actividad, por lo que en esta situación deberá ser controlada y no disminuida de manera brusca; es decir, debemos saber en cada caso cómo modular la espasticidad para que el tono postural permita la máxima funcionalidad posible en cada caso particular.

En nuestro post anterior hemos hablado sobre qué es la espasticidad, así como de la relevancia que tiene en diversas patologías de origen neurológico. Desde el abordaje multidisciplinar podemos ocuparnos de la espasticidad, siempre teniendo en cuenta que el tratamiento o tratamientos que vamos a utilizar, así como la intensidad y la frecuencia de los mismos, van a depender de una valoración exhaustiva de los profesionales especializados en neurología, en la que se tenga en cuenta el estado general y la evolución del paciente.