TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA Y COMUNICACIÓN
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno de origen neurobiológico que afecta a la configuración del sistema nervioso y el funcionamiento cerebral, dando lugar a dificultades en dos áreas: la comunicación e interacción social y la flexibilidad del pensamiento y de la conducta. Según los sistemas de clasificación internacionales de salud (DSM_5 y CIE_11) existe una especificidad en las personas con TEA que se manifiesta a lo largo de todo el ciclo vital.
No existe ningún signo físico diferenciador y sus necesidades van cambiando según su desarrollo personal y si tienen asociados o no una discapacidad intelectual. En la actualidad se desconoce la causa que explique la aparición de este trastorno, aunque hay estudios que demuestran que hay una fuerte implicación genética en su origen, además de factores ambientales que influyen en su desarrollo.
PATRONES QUE NOS PUEDEN PONER EN ALERTA
En cuanto al diagnóstico tenemos que tener en cuenta una serie de patrones comunes que nos ponen en alerta como son:
CONDUCTAS DE ALERTA
- (Antes de los 12 meses)
- el escaso contacto ocular.
- poca anticipación cuando lo van a coger en brazos.
- no muestra interés por juegos sencillos.
- (12 meses)
- no aparece el balbuceo ni gestos con intención comunicativa.
- (Entre 12 y 18 meses)
- no responde a su nombre.
- no mira hacia las señales que se le hacen.
- no pide.
- no enseña objetos.
- (18 meses)
- no dice palabras.
- (Entre 18 y 24 meses)
- hay un retraso en el lenguaje.
- no imita.
- tiene una forma repetitiva de jugar (Ej: mover coches siempre en la misma dirección y repetidas veces).
- no hay juego simbólico (no es quien de meterse en los personajes del juego, por ejemplo si está jugando con una cocinita no se pone en el papel de un cocinero).
- no se relaciona con otros niños y tiende a estar solo.
- (24 meses en adelante)
- no dice palabras o frases de al menos dos palabras.
Los factores anteriormente enumerados, si se presentan de forma aislada no señalan que una persona tenga TEA, pero sí es aconsejable un estudio realizado por un equipo multidisciplinar, que confirme o descarte el diagnóstico.
COMUNICACIÓN
Es de relevante importancia tener clara la diferencia entre comunicación y lenguaje, ya que son términos que se suelen confundir. El lenguaje es la capacidad que posee el ser humano para codificar y descodificar un conjunto de signos articulados de forma oral, escrita, gestual…. Mientras que lo que entendemos por comunicación es el acto a través del cual una persona establece con otra un intercambio de información.
En resumen, el lenguaje es una herramienta por medio de la cual las personas establecen un acto comunicativo. La comunicación, los aspectos sensoriales, los problemas de conducta, la reciprocidad social, la inflexibilidad y la rigidez son factores determinantes en el diagnóstico de un niño con TEA. No tener una buena comunicación o haber ausencia de esta, genera muchos problemas de conducta y una gran frustración al niño, y por lo tanto a su familia.
Estas personas muestran mucha variabilidad que se puede observar en su nivel lingüístico y comunicativo, ya que todos presentan dificultades en la comunicación, pero pudiendo presentarse de diferentes maneras.
Algunas de las características de la comunicación en personas con TEA son:
A nivel de comprensión:
- Puede haber una falta de comprensión en mensajes orales.
- No haber respuesta cuando se les llama.
- No haber imitación.
- Problemas en la integración de palabras en frases o contextos.
- no entender las bromas, metáforas, sarcasmo…
- poco entendimiento de las emociones.
- puede haber alteraciones en las respuestas a la comunicación no verbal porque no entienden lo que se les quiere decir y por lo tanto tampoco saben utilizarla.
A nivel de expresión:
- Ausencia de conductas protoimperativas (utilizar al adulto para conseguir algo) o protodeclarativas (intentar atraer la atención del adulto).
- Dificultades en la expresión oral. Puede haber personas que no empleen ningún tipo de lenguaje, hasta las que tienen habilidades lingüísticas fluidas, pero no saben cómo utilizarlas.
- Pueden tener una buena expresión, pero no saber ajustarla al contexto en el que está o al interlocutor.
- Hablar durante mucho tiempo de temas de su interés y aparecer dificultades para saber cuál es el momento de parar.
- Dificultad para usar sus propias frases y en cambio repetir todo lo que otros dicen (ecolalia).