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Sobrecarga del cuidador: Síndrome del Burnout

Cualquier patología suele aparecer sin previo aviso tanto para la persona que la sufre como para los familiares que la acompañan. Ante la inesperada nueva realidad, existe cierta tendencia a poner todo el foco de atención en la persona que la sufre, desatendiendo a los cuidadores principales, siendo los familiares o un vínculo cercano quienes ofrecen un soporte y ayudan a la persona a lo largo del camino. En estos casos, suele aparecer lo que se denomina síndrome del burnout o, lo que es lo mismo, sobrecarga del cuidador.

A continuación se abordará el papel de los cuidadores, exponiendo qué elementos pueden conllevar a una sobrecarga y qué se puede hacer para no llegar a la misma.

Factores facilitadores de sobrecarga en el cuidador/a:

  • Asociados a la persona con patología:
    • Mayor nivel de dependencia.
    • Múltiples patologías o dolencias.
    • Incontinencia, úlceras, dificultad para dormir por la noche (sonambulismo, pesadillas, voceo, paseos, etc).
    • Problemas de conducta como agresividad, negativismo, agitación, desinhibición, etc.
    • Presencia de alucinaciones (percibir por la vista, oído, tacto, sensaciones como reales, pero que no son reales) o delirios (creencia falsa firmemente sostenida por la persona).
  • Asociados al cuidador/a:
    • Sin otros familiares en el domicilio.
    • Sin red de apoyo (familia, amigos íntimos, pareja, etc).
    • Personas mayores que tienen que ofrecer un cuidado.
    • Bajos ingresos económicos.
    • Desconocimiento de la patología de su familiar.
    • Dificultad para gestionar las emociones.
    • Dificultad para convivir con la incertidumbre y adaptarse al cambio.

Los factores facilitadores de sobrecarga en el cuidador/a anteriormente mencionados, pueden conllevar a un desgaste emocional derivado de la preocupación permanente, cansancio físico, dificultades para dormir, frustración o culpabilidad. En la misma línea, el desgaste emocional, desencadena una disminución de la identidad en la persona que cuida, presentando la percepción de que no tienen vida propia, con pérdida de momentos gratificantes, experimentando la soledad, sin ganas de hacer nada, con baja autoestima, abandonándose a sí mismos.

¿Qué se puede hacer para prevenir la sobrecarga en el cuidador/a?

  • Promover al máximo la independencia de la persona con patología.
  • Utilizar apoyos formales: centros de neurorrehabilitación, personal de asistencia domiciliaria, ayudas económicas, etc.
  • Solicitar información sobre la patología y las prácticas de cuidado.
  • Autocuidado: buena alimentación, hacer ejercicio, dormir, tiempo de ocio, etc. No olvidarse de uno mismo, establecer una rutina de descanso diario o semanal en el que dedicarnos tiempo a nosotros mismos.
  • Evitar el aislamiento: Mantener contacto con familiares, amigos, vecinos, etc.
  • Aprender a delegar tareas en otros familiares o personal contratado.
  • Solicitar ayuda ante elevada fatiga, acudiendo a un profesional como psicólogo/a y/o psiquiatra.
  • Aprender a convivir con la incertidumbre y adaptarse a los cambios: cuidar es un proceso de cambio permanente al que podemos adaptarnos planificando nuestro día a día con flexibilidad, mirando hacia las soluciones y no hacia nos problemas.
  • Mantener la calma ante la adversidad: parar, analizar, y elegir la respuesta adecuada en cada situación, sin dejarse llevar por los acontecimientos.
  • Centrar toda nuestra atención al momento presente, valorando el tiempo que pasamos con nuestro familiar y con nosotros mismos.

‌Cuando cuidamos de nuestro familiar con patología, en ocasiones, no percibimos nuestra fatiga y/o priorizamos el cuidado de nuestro familiar antes que el nuestro, acomodándonos y acostumbrándonos a los cambios originados por el cuidado sin reflexionar sobre ellos. Esto ocasiona una afectación en nuestra calidad de vida.‌

La fábula de la rana y el agua hervida de Olivier Clerc puede servirnos de metáfora para cuando la situación con nuestro familiar está siendo una sobrecarga y no la percibimos y/o otorgamos importancia.

Fábula de la rana y el agua hervida:

Un día una rana saltó a una olla de agua hirviendo, e inmediatamente saltó para salir de ella. Su instinto fue salvarse.

Otro día, la rana saltó en una olla con agua fría. La rana nadó tranquila en la olla, pero la rana no sabía que el agua se estaba calentando poco a poco. La rana no se daba cuenta y se iba acostumbrando a la subida de temperatura. Pero poco a poco, el agua llego a subir de temperatura tanto, que el agua se puso muy caliente, y la rana murió de calor.

En Neuraxis, consideramos de vital importancia el trabajo con la familia para evitar este tipo de situaciones. Para cualquier información a mayores, no dudéis en poneros en contacto con nuestro equipo. ¡Estarán encantadas de asesoraros!