La parálisis facial consiste en la pérdida total o parcial del movimiento muscular voluntario en un lado de la cara, debido a que el nervio facial no transmite las órdenes nerviosas a los principales músculos faciales.
Generalmente las personas notan el problema al mirarse en el espejo o es la familia la que se da cuenta: la persona nota una sensación de acartonamiento en la cara, se observa que la frente no se arruga, que la ceja no se levanta, que le cuesta sonreír…
Una parálisis facial puede ser manifestación de una lesión cerebral (parálisis facial central o supranuclear), de una lesión en el núcleo del nervio facial localizado en la protuberancia (parálisis facial nuclear), o de una lesión del nervio facial en algún punto de su trayecto (parálisis facial infranuclear o parálisis de Bell).
Por ello, establecer una distinción entre ellas es fundamental ya que las implicaciones terapéuticas y el pronóstico son muy diferentes:
- En la parálisis facial supranuclear, por lo general, sólo se observa afectación de la parte inferior de la cara y la persona puede cerrar el ojo o arrugar la frente. Es la parálisis que puede aparecer tras un infarto cerebral.
- En la parálisis facial nuclear se observa una afectación sólo de uno de los lados de la cara, junto con otros signos neurológicos como puede ser la debilidad de los músculos oculares. Es, quizás, la que peor pronóstico tiene.
- En la parálisis facial infranuclear se observa también una afectación completa de uno de los lados de la cara, junto con otras alteraciones que dependen del punto en el que se lesiona el nervio facial (ej.: pérdida del gusto en los dos tercios anteriores de la lengua). La más conocida es la parálisis de Bell y a largo plazo puede afectar a la alimentación, a la comunicación, y causar dolor facial crónico.
¿Qué dice la evidencia científica sobre la rehabilitación logopédica de la parálisis de Bell?
Varios estudios han demostrado que el tratamiento con corticosteroides (prednisona o prednisolona) es efectivo en el tratamiento de la parálisis facial, pero solo si se administra dentro de las 72 horas desde el inicio de los síntomas. Este tratamiento puede reducir la inflamación y mejorar la recuperación funcional, pero su eficacia disminuye significativamente si se administra fuera de este período crítico. En ocasiones, si se sospecha una implicación viral, se pueden recetar antivirales (aciclovir o valaciclovir) en combinación con corticosteroides, aunque su eficacia es discutida.
Por otro lado, se ha comprobado que la terapia logopédica, cuando se aplica un tratamiento intensivo, mejora significativamente los resultados en su fase aguda. Además, la estimulación temprana a través de ejercicios de rehabilitación contribuye a una recuperación más rápida y efectiva; reduciendo el riesgo de secuelas permanentes. Asimismo, se ha encontrado que la combinación de ejercicios orales y faciales puede aumentar la movilidad de los músculos faciales y facilitar la recuperación de la expresión facial.
En definitiva, el entrenamiento neuromuscular durante las sesiones de logopedia se ha demostrado eficaz para mejorar la simetría entre ambos lados de la cara, mejorando la capacidad de los músculos para moverse y ayudando a restaurar la comunicación no verbal a través de expresiones faciales; lo que tiene un impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes.