El deterioro cognitivo tradicionalmente se asociaba a un tratamiento pasivo, es decir, las familias se enfrentaban a un futuro incierto, sobre el que había poco control y parecía que lo único que se podía hacer era ir atendiendo en cada momento las nuevas necesidades, que siempre van en aumento. No obstante, la investigación en los tratamientos no farmacológicos ha demostrado que existen diversas opciones de intervención, y que no nos tenemos que quedar impasibles ante el avance de la patología.
Dependiendo del punto del proceso degenerativo en el que se encuentre la persona, los recursos recomendados, y los objetivos de los mismos, cambian.
A continuación, vamos a analizar con mayor detalle cuál es la opción de intervención para cada caso y hacia qué objetivos se orientan.
PREVENCIÓN: PERSONAS SIN DETERIORO O EN FASES INICIALES
Al enfrentarnos a procesos neurodegenerativos, para los que aún no existen tratamientos curativos, es fundamental la intervención dirigida a crear herramientas antes de su inicio, o lo que es lo mismo, a la prevención.
Se ha demostrado que el cerebro mantiene su plasticidad neuronal, es decir, la capacidad de formar nuevas conexiones, en la edad adulta, incluso en las primeras etapas de un deterioro cognitivo. Las personas que realizaban actividades que requiriesen estar activo mentalmente (por ejemplo, en el trabajo o en actividades lúdicas) han potenciado durante toda su vida esa plasticidad que les protegerá frente a un daño neurológico.
No obstante, dicha defensa ante una afectación también puede crearse en la tercera edad, a través de la estimulación cognitiva. Este es un tipo de intervención no farmacológica que implica la realización de actividades que pongan en marcha funciones cognitivas concretas (atención, memoria, funciones ejecutivas). Así, se activan las zonas del cerebro en las que se encuentra cada función, haciendo que esta trabaje cada vez mejor.
Para que la estimulación cognitiva sea efectiva, y realmente mejore y cuide el funcionamiento neurológico, es fundamental que las tareas que se lleven a cabo estén diseñadas por un neuropsicólogo, quien tenga formación tanto en la correlación cerebro-conducta como en el perfil de deterioro según el diagnóstico (su forma de aparición y evolución).
¿POR QUÉ FUNCIONA LA ESTIMULACIÓN COGNITIVA?
Está dirigida a fortalecer conexiones neuronales a través de la activación de las mismas. Es por ello que está destinada a personas que no presentan problemas cognitivos en su día a día, pero quieren trabajar para mantener su salud cognitiva durante más tiempo; o personas con un deterioro leve, quienes comienzan a notar cambios en sus capacidades mentales, pero son aun totalmente independientes en su día a día.
¿Por qué se hace tanto hincapié en que no haya un deterioro aún o que sea mínimo? Porque otra de las evidencias de la investigación es que el cerebro comienza a acumular daños neuronales mucho antes de que se inicien los síntomas, es decir, que si esperamos a que sean muy evidentes o graves, a nivel cerebral habrá una afectación mucho mayor.
MANTENIMIENTO: PERSONAS CON UN DIAGNÓSTICO ESTABLECIDO DE DETERIORO COGNITIVO
Para cumplir los criterios para el diagnóstico de este tipo de patología, uno de los requisitos es que la persona haya perdido independencia en tareas cotidianas; además de una pérdida en sus funciones cognitivas (memoria, atención, lenguaje y planificación) comprobado a través de una evaluación neuropsicológica.
Como mencionamos en párrafos anteriores, el cerebro ha ido acumulando daños a los que ha sido capaz de hacerle frente y “ocultarlos” hasta cierto punto, a partir del cual comienza la persona a mostrar dificultades que son evidentes para los demás. No es que nuestro cerebro juegue en nuestra contra, sino que está poniendo en marcha la plasticidad neuronal que tenía y eso nos permite ser independientes durante más tiempo.
En estos casos, en los que la afectación ya supone el haber dejado de hacer cosas o necesitar ayuda para tareas sencillas, la intervención debe estar destinada a mantener la integridad cognitiva que exista en el momento presente; así como dotar a las familias de ayudas externas que puedan poner en marcha en casa (crear entornos que sean muy estructurados, establecer rutinas, instalar ayudas para la movilidad, etc).
Es necesario un abordaje mucho más individualizado, que permita buscar objetivos concretos y repetir de forma sistemática las rutinas que se quieran instaurar y las estrategias que sean necesarias aprender para suplir los déficits actuales; así como llevar a cabo las actividades propuestas.
La estimulación cognitiva está orientada a prevenir y retrasar la aparición del deterioro. Para que sea efectiva es necesario que esté guiada por un profesional de la Neuropsicología, formado en demencias; que plantee actividades que requieran la implicación de funciones cognitivas concretas y potenciar así la plasticidad neuronal. En casos en los que el déficit sea mayor, se recomienda la intervención personalizada, orientada a mantener el funcionamiento cognitivo el mayor tiempo posible y aprender estrategias o rutinas que compensen los problemas existentes.