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MORDEDORES PARA NIÑOS: ¿CON CUÁL ME QUEDO?

¿Tu hijo se muerde las mangas, destroza la tapa de los bolígrafos, o se lleva las palmas de la mano a la boca? Estos comportamientos podrían deberse a mecanismos de autorregulación frente al estrés, a la sobreestimulación, a las molestias neurosensoriales, o a los trastornos bucales.

Para evitar esto, una alternativa para reducir y/o eliminar dichos mecanismos; sería la implantación del uso de un mordedor.

¿Qué es un mordedor?

Un mordedor es un accesorio liso o de diferentes texturas, formas y materiales, pensado para que los niños mastiquen y mordisqueen sin poner en riesgo su seguridad, de fácil lavado.

¿Por qué puede ser útil el uso del mordedor?

Puede serles útil porque les puede ayudar a autorregularse sensorialmente y/o controlar las emociones, a mejorar su masticación, a eliminar la utilización del chupete en su día a día, a controlar hábitos lesivos (morderse manos, dedos, muñecas…), y/o a aliviar el dolor generado por la aparición de los primeros dientes.

¿Cómo elegir el más adecuado según las necesidades del paciente?

Dado que cada niño es diferente, no existe uno que sea mejor o peor que otro, sino que la elección de un mordedor está sujeta a las características de la persona que lo usará: su edad, sus características personales (a nivel motor y sensorial), sus objetivos a alcanzar con el mordedor, y sus necesidades.

Principalmente, a la hora de seleccionar uno, tendremos en cuenta el tipo (collar, pulsera o manual), la forma (alargados, redondos, gruesos…), la textura (rugosa o lisa), y la resistencia (suave, medio o duro según el tipo de mordida que realice el niño).

En el caso de que el niño se lleve la mano o el puño a la boca, trataremos de buscar un mordedor que le permita mantener su mano lo más alejada posible de la boca y que presente un agarre sencillo. Los mordedores en forma de Y o los mordedores en forma de tetraedro serán una buena elección.

Cuando el niño tienda a masticar con los incisivos, buscaremos un mordedor más corto y grueso, como los de pulsera o los de formas.

Si por el contrario el niño mastica con los molares, el mordedor de elección debe de ser delgado y alargado, para que pueda llegar bien a esas piezas dentales.

En el caso de que el niño tenga por costumbre masticar sistemáticamente objetos duros (legos, juguetes de plástico duro, objetos de madera…), buscaremos siempre el mordedor de mayor resistencia, pues uno más blando es posible que no le guste y termine por no utilizarlo.

¿Cuándo debo de cambiar el mordedor?

El desgaste de los mordedores al ser masticados es normal, pero no existe una duración exacta, ya que depende de la intensidad de uso. Por norma general, cuando veamos que el mordedor tiene marcas de dientes demasiado pronunciadas o notables, será necesario cambiarlo antes de que se rompa.

De todas formas, la utilización de un mordedor debe de ser pautada por un profesional especializado que ayudará a determinar cuál es el mordedor más adecuado para vuestro niño según sus necesidades. Así mismo, se debe de tener en cuenta que las preferencias sensoriales de los niños a la hora de masticar pueden variar (a veces pueden querer algo muy suave, y otras veces algo más rígido que proporcione mucha resistencia propioceptiva a la mandíbula) lo que implica que en ocasiones deba de cambiarse el mordedor para que el niño/a no deje de utilizarlo.

¡Y recordad! Si os encontráis ante alguna de las situaciones mencionadas, u observáis cualquier otra conducta que a lo mejor creéis que no debería de aparecer, no dudéis en consultárselo a nuestras logopedas, ellas os resolverán todas las dudas y os ayudarán a determinar qué opción será la más adecuada y viable.