La importancia del ejercicio físico en la infancia
Durante los primeros años de vida nuestro cuerpo experimenta gran cantidad de cambios como parte del proceso natural de desarrollo. El resultado final de dicho proceso depende tanto de factores genéticos como ambientales, siendo determinante en esa interacción los hábitos de vida en la infancia.
La actividad física juega un papel fundamental a lo largo de toda nuestra vida, pero especialmente cuando somos más pequeños, ya que:
- Favorece el desarrollo óseo y muscular.
- Mejora la salud cardiovascular (Reduce el riesgo de padecer sobrepeso, diabetes tipo 2 u otras patologías asociadas al sedentarismo).
- Promueve hábitos de vida más saludables.
- Optimiza y potencia el rendimiento cerebral.
En esta entrada nos centraremos en este último apartado, ya que, según estudios científicos recientes, existe una relación entre la salud cerebral y la forma física en los más pequeños, especialmente con respecto a la capacidad cardiorrespiratoria.
La infancia es una etapa caracterizada por una alta neuroplasticidad, que es la capacidad que tiene nuestro sistema nervioso para modificar sus conexiones y funcionamiento en respuesta a la información que recibe, es decir, las experiencias que vivimos.
El cerebro está formado principalmente por neuronas, que, por su anatomía y organización dentro del mismo, permiten diferenciar el tejido cerebral en dos partes:
– Sustancia gris, formada por los somas o cuerpos neuronales.
– Sustancia blanca, constituida por los axones, que son una prolongación del soma que conecta unas neuronas con otras y, a nivel cerebral, diferentes regiones del cerebro. Para hacer la conexión neuronal más rápida y eficiente, esta parte de la neurona está recubierta por una sustancia llamada mielina, que le otorga el color blanco característico.
Pero, ¿cómo influye el ejercicio sobre estos grupos de neuronas de nuestros peques?
Se ha comprobado que una mayor capacidad cardiorrespiratoria, agilidad y forma física en general, están asociadas a un mayor volumen de sustancia gris, sustancia blanca y tamaño cerebral.
En concreto se ha asociado el tamaño de la sustancia gris con el entrenamiento cardiorrespiratorio, y el volumen de la sustancia blanca con el entrenamiento de fuerza.
Este incremento de materia cerebral promoverá un mejor rendimiento cognitivo y mayor inteligencia. Por lo tanto, podemos afirmar que promoviendo en ellos la actividad física, estaremos favoreciendo su desarrollo motor, pero también intelectual.
Sin embargo, promover la actividad física no es algo sencillo cuando existen alteraciones en la movilidad, como puede ser en el caso de la parálisis cerebral, la hemiparesia, las enfermedades neuromusculares u otras patologías que podrían generar en los más pequeños hábitos de vida sedentarios.