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Tragar con los años: lo que debes saber sobre el envejecimiento y la deglución

Vivimos en una sociedad en la que, afortunadamente, cada vez es más habitual disfrutar de una vida más larga. Los avances sanitarios, la mejora en los hábitos de vida y una mayor conciencia sobre la prevención han contribuido a que la esperanza de vida aumente de forma significativa. Sin embargo, en paralelo a este fenómeno, también es necesario hablar de los cambios que se producen de manera natural en el cuerpo con el paso del tiempo, y entre ellos, la deglución ocupa un lugar relevante.

El proceso de envejecimiento conlleva una serie de transformaciones fisiológicas que, aunque no siempre se perciben como problemáticas, pueden influir notablemente en la calidad de vida. Uno de estos cambios habituales tiene que ver con la forma en que tragamos. 

Es común que, con los años, este acto automático y cotidiano se vuelva más lento, requiera mayor esfuerzo o se acompañe de sensaciones distintas a las que se experimentaban en etapas más jóvenes. Este conjunto de cambios naturales en la deglución que aparecen con el paso del tiempo recibe el nombre de presbifagia. Se trata de una condición fisiológica que no debe confundirse con una patología, ya que forma parte del proceso normal de envejecimiento. Sin embargo, esto no significa que no pueda tener impacto en la calidad de vida si no se detecta o se gestiona adecuadamente.

Con la edad, varias estructuras implicadas en la deglución comienzan a experimentar modificaciones. A nivel muscular, se produce una pérdida progresiva de fuerza y masa que afecta tanto a los músculos orales como a los faríngeos. Esto puede traducirse en una menor eficacia para masticar, formar el bolo alimenticio y trasladarlo hacia la faringe. También pueden verse alterados los reflejos deglutorios, volviéndose más lentos o menos precisos, así como la sensibilidad en la cavidad oral, la faringe y la laringe, lo que puede dificultar la percepción de restos de alimento o de penetraciones no deseadas.

Entre los signos y síntomas que podrían alertar sobre una posible presbifagia se encuentran el aumento del tiempo necesario para comer, fatiga durante las comidas, tos ocasional al tragar ciertos alimentos o líquidos, sensación de que la comida “se queda pegada” en la garganta, cambios en la voz tras la deglución (como una voz húmeda) o la necesidad de tragar varias veces para un mismo bolo. En algunos casos, la persona mayor puede comenzar a evitar determinados alimentos, especialmente los que requieren más masticación o los líquidos, lo que puede llevar a una alimentación más limitada y, con el tiempo, a un riesgo nutricional.

Una valoración de logopedia puede ayudarte a conocer las dificultades para tragar y darte pautas para mejorar la función o adaptar la alimentación para que sea variada y segura.