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ENVEJECIMIENTO ACTIVO Y SALUDABLE, ¿ES POSIBLE? 

En una sociedad cada vez más longeva, donde la esperanza de vida supera ampliamente los 80 años de edad, cada vez las personas damos más importancia no sólo a vivir, sino también a poder dar calidad a los años de vida que tenemos.

Precisamente por esto cobra importancia el concepto de envejecimiento activo, que según el Ministerio de Sanidad es “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad que tiene como fin mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen” .

Y, con la intención de definir el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez, nace también el concepto de envejecimiento saludable.

Ambos son conceptos a los que todos aspiramos, pero ¿cómo podemos lograr un envejecimiento activo y saludable en la práctica? 

¿Qué dice la evidencia científica?

A continuación os hablaremos de algunos aspectos que la ciencia ha demostrado que pueden ayudarnos a conseguirlo: 

  1. Estimulación cognitiva. 

Se entiende por estimulación cognitiva a la mejora del rendimiento cognitivo general o de alguno de sus procesos (orientación, atención, memoria, lenguaje, funciones ejecutivas) y se aplica en personas sin o con patología.

Cualquier persona puede practicar estimulación cognitiva y beneficiarse de ella. Ha demostrado tener beneficios en distintas poblaciones:

  • Personas con patologías crónicas y degenerativas
  • Personas que han sufrido un ictus y quieren tener un estilo de vida saludable
  • Personas que presentan un proceso oncológico en estado activo o tras el tratamiento.

Como veis, no solo pueden beneficiarse las personas mayores, sino que con ciertas patologías, independientemente de la edad, será recomendable la estimulación cognitiva.

El hecho de trabajar a nivel cognitivo les permitirá mejorar su rendimiento a este nivel, aumentando la funcionalidad y participación en sociedad, y mejorando su calidad de vida y la de las personas que se encuentran a su lado.

¿Y cómo es la estimulación cognitiva?

La estimulación cognitiva puede realizarse de forma grupal cuando la persona no presenta dificultades salientables a nivel cognitivo (estas personas precisarán hacerlo de forma individual). El hecho de hacer la estimulación junto a otras personas favorecerá una mayor participación social y le permitirá, además de adquirir conocimiento y estrategias sobre cómo trabajar los diferentes procesos cognitivos, mejorar su autoestima y, por tanto, convertirla en una actividad significativa para ella. 

  1. Ejercicio físico. 

La práctica regular de ejercicio físico supervisado por un fisioterapeuta, junto con una dieta saludable y una vida social activa, han demostrado en numerosos estudios una repercusión positiva para prevenir o reducir las posibilidades de presentar una afectación cognitiva y para reducir sus repercusiones funcionales una vez ya exista la afectación.

La mayor parte de las investigaciones hablan de una frecuencia de 2 a 3 veces por semana, con la supervisión de un profesional de la salud combinando:

  • ejercicio de fuerza
  • ejercicio aeróbico de intensidad media
  • ejercicios para mejorar la postura 
  • ejercicios para favorecer la flexibilidad

Por tanto, parece que una combinación ideal para lograr un envejecimiento óptimo podría ser la que forman el tándem estimulación cognitiva y ejercicio físico.

Ambos aspectos van de la mano con un cambio en la forma de ver el envejecimiento por parte de toda la sociedad, donde se dé importancia a las capacidades que la persona mayor presenta y a su capacidad para la toma de decisiones y para la participación activa en la sociedad. 

En Neuraxis estamos comprometidos con el envejecimiento activo y saludable de todos, no sólo en casos de personas sin patología, sino muy especialmente cuando las posibles afectaciones de origen neurológico, cardiovascular o oncológico generan una repercusión directa sobre las personas.

Consideramos fundamental dar a conocer las posibilidades que un cambio en la forma de ver estas patologías, centrándonos en las capacidades y en las oportunidades. Sólo de esta forma, poniendo en segundo plano a las limitaciones que las personas pueden tener tras un ictus, Parkinson o un cáncer, podemos dejar a un lado los estigmas y aportar a cada persona un envejecimiento digno y óptimo, máxima a la que todos deberíamos aspirar para nuestro futuro.