En el día a día, trabajamos con niños más o menos movidos en las aulas, pero que son capaces de seguir el ritmo de la misma. En ocasiones, entre los alumnos nos encontramos con uno que reacciona de manera diferente a situaciones que se dan en el aula y que desencadena momentos de tensión consigo mismo o con sus compañeros. ¿Qué puede estar pasando? ¿Cómo podemos ayudarle?
En primer lugar, es importante destacar que no todas las conductas que se dan en el aula están desencadenadas por una dificultad en la integración sensorial. En la entrada del día de hoy, os explicaremos qué es la integración sensorial, qué consecuencias puede conllevar una dificultad en ésta área y cómo podemos potenciar su participación en el aula.
¿Qué es la integración sensorial?
Se define como la capacidad que tiene nuestro sistema nervioso central (SNC) para interpretar y organizar las informaciones captadas por los diferentes órganos sensitivos. Es decir, es la capacidad del alumno de sentir, comprender u organizar las informaciones sensoriales provenientes de su cuerpo y de su entorno.
Las conductas se originan cuando el niño:
- No es capaz de registrar el estímulo y, por ende, no origina una respuesta adecuada al mismo (hiposensibles). Por ejemplo, descansa la cabeza en la mesa, arrastra las sillas, escribe cargando fuerte sobre el papel o el que tropieza con los compañeros en la fila.
- Origina una respuesta desmesurada a un pequeño estímulo del ambiente (hipersensible). Por ejemplo, se pone nervioso cuando suena la sirena, no es capaz de estar sentado en la silla más de 10 min, se está colocando la ropa continuamente…
¿Qué podemos hacer cómo profesorado?
Como modificaciones generales:
- Podemos cambiar las sonoras sirenas de los cambios de clase por música agradable y conocida por los niños.
- Hacer descansos activos entre las actividades para así regular a aquel que necesite mayor actividad o activar a aquel que le cueste mantener la atención.
- Repartir roles entre el alumnado adaptados a las necesidades para hacerlos responsables y partícipes durante la jornada escolar. Por ejemplo, al niño más movido darle un rol (borrar la pizarra) en el que se pueda levantar de vez en cuando.
- Circuitos propioceptivos antes de entrar en clase.
Es necesario conocer el perfil del niño para dar recomendaciones más específicas. Para ello, la figura del terapeuta ocupacional realizará una valoración exhaustiva del niño para determinar la sensibilidad a los estímulos y qué sentido es el que está implicado (puede ser hiposensible en propiocepción e hipersensible en tacto).
En Neuraxis, colaboramos con el profesorado de los niños que acuden a nuestro centro para ofrecerle herramientas y estrategias específicas para potenciar al máximo sus capacidades.
Además, este año hemos iniciado un proyecto de colaboración con el Colegio Cristo Rey de Ferrol para valorar a aquellos niños que presentan este tipo de conductas en el aula. Os dejamos esta noticia del Diario de Ferrol por si queréis saber más sobre el proyecto.
Trabajando conjuntamente podemos detectar dificultades de integración sensorial y orientar a los profesores para una mejor participación en el aula.
Si sois profes y creéis que el equipo de Terapia Ocupacional de Neuraxis os puede ayudar a incluir y empoderar a vuestros alumnos, no dudéis en poneros con ellas. ¡Estarán encantadas de conocer vuestro centro y trabajar mano a mano con vosotros! LAS ALIANZAS NOS HACEN MÁS FUERTES.