Características del cerebro de personas con autismo y las implicaciones en el tratamiento
El cerebro de las personas que tienen un trastorno del espectro autista funciona de una forma particular, y conocer esas diferencias nos ayudará a comprender mejor cómo perciben el mundo y cómo podemos ayudarles.El trastorno del espectro autista (TEA) se enmarca dentro de los trastornos del neurodesarrollo, y aglutina a su vez diferentes trastornos que comparten 3 rasgos comunes:
- Problemas en la comunicación. Estas personas pueden tener un habla repetitiva, usar muchas palabras inventadas que dificulta la comprensión de su lenguaje(neologismos), y falta de comprensión de expresiones, dobles sentidos o sarcasmos.
- Dificultades en la interacción social. Como son la falta de contacto ocular, de reciprocidad en una conversación, ausencia de interés por los demás o dificultades para interpretar expresiones faciales o tonos de voz; para reaccionar a la conducta de los demás de forma proporcionada; o para aceptar que no existe una única perspectiva correcta.
- Gustos o intereses obsesivos y restringidos. Dentro del espectro autista es muy característico tener unos intereses poco numerosos, pero sobre los que conocen muchísimo. Así mismo, también muestran cierta necesidad de que las cosas se repitan de forma idéntica y muestran mucha rigidez ante los cambios.
Estas características centrales se muestran de forma diferente dentro del espectro, en mayor o menor grado, dando lugar a diferentes etiquetas diagnósticas dentro del TEA: Asperger, autismo (de alto o de bajo rendimiento), Síndrome de William, etc.
¿CÓMO FUNCIONA ESTE CEREBRO?
Desde la investigación neuropsicológica se han propuesto varias teorías que ayudan a comprender cómo estas personas entienden el mundo. Esta forma de procesamiento diferente da lugar a las conductas tan características que vemos, y las dificultades principales que encuentran en su día a día.
- Hipótesis de la coherencia central débil. Las personas con TEA en cambio tienen dificultades para integrar la información en un “todo” global o general; y en su lugar, su cerebro se centra en los detalles pequeños. Esto explica las habilidades sobresalientes en un área concreta, además de su destacable capacidad de memoria y atención a los detalles. Así mismo, también da cuenta de la hipersensibilidad sensorial que muestran estos niños, ya que son capaces de percibir cambios muy pequeños a nivel sonoro, táctil, visual y olfativo.
- Teoría de la “simpatía-sistematización”. Las personas con TEA tienen una capacidad muy alta para sistematizar, es decir, analizar o construir cualquier tipo de sistema. Buscan cuáles son las reglas o regularidades en cada situación u objeto. Es por ello que se focalizan en temas muy concretos, sus conductas son repetitivas y se oponen a los cambios. Esta sistematización por encima de la media se acompaña de problemas en teoría de la mente, lo cual supone dificultad para ponerse en el lugar del otro, de imaginarse lo que piensa y lo que siente, y de entender y prever su conducta. La unión de estas dos características hace que para las personas con TEA la conducta de los demás sea difícil de comprender e interpretar, y que, por tanto, parezca sorprendente e impredecible, siendo muy difícil encontrar la regla que les rige y les permitiría comprenderlos.
¿CÓMO ABORDAMOS ESTAS DIFICULTADES?
Teniendo en cuenta las características de las personas con TEA y su forma de procesar el mundo, el abordaje desde la neuropsicología se centra en:
- Aprendizaje de habilidades sociales y mentalización. Dado que una de las principales dificultades está en el plano social, uno de los objetivos esenciales es ayudarles a desarrollar una teoría de la mente (ser consciente de las creencias, pensamientos, intenciones, deseos y emociones ajenas). Se comienza a trabajar por un nivel elemental, para que el niño entienda los principios básicos que llevan de los estados mentales a las conductas (como «ver lleva a saber», o «La gente es feliz cuando consigue lo que quiere»). A medida que se adquieren las nociones más básicas se va añadiendo complejidad, llegando a mentalizaciones más sutiles.
- Adquisición de conductas nuevas y disminución de las problemáticas. Se utilizan y se enseña a los padres en técnicas basadas en los principios del aprendizaje, con el objetivo de disminuir conductas disruptivas o problemáticas actuales, para evitar que evolucionen a problemas conductuales mayores en el futuro (por ejemplo, técnicas de extinción o refuerzo negativo); así como para incluir conductas nuevas, que el niño no realizaba (por ejemplo: técnicas de moldeamiento y encadenamiento hacia atrás). Por ejemplo, a edades tempranas se aplica como método de aprendizaje la imitación, la cual es el medio natural por el que los niños comienzan a adquirir nuevas conductas; no obstante, los niños con TEA no suelen poner en marcha este método de aprendizaje, así que se trabaja en sesión mediante el juego esta habilidad, graduando el nivel de exigencia.
- Adaptación de vías de comunicación. Dependiendo de las características particulares de cada caso, por ejemplo, la edad del niño, se trabajan estrategias de comunicación social específicas, basadas en el juego para aumentar la atención conjunta, el compromiso y la comunicación recíproca. El objetivo último es aumentar la comprensión, la sensibilidad y la capacidad de respuesta de los padres, profesores o compañeros de los patrones de comunicación e interacción del menor.
- Asesoramiento escolar. En función de la evaluación neuropsicológica, la cual nos permitirá conocer los puntos fuertes y débiles de las capacidades del niño y su personalidad, se elaboran una serie de recomendaciones para facilitar la adaptación en el colegio y dotar a los docentes de más herramientas para adaptar su labor a las necesidades del/ de la chico/a.