Claves para lograr que tu bebé juegue boca abajo
Cuando un bebé empieza a crecer, dentro de las nuevas “rutinas” que se inician se encuentran las visitas periódicas al pediatra, para controlar cómo evoluciona a nivel general: su peso y talla, sus hábitos y dificultades para habituarse al nuevo entorno (tan diferente al útero materno), y también, su desarrollo psicomotor. Es entonces, normalmente durante el primer o segundo trimestre, cuando en relación a éste último tema, el pediatra suele hacer una (temida) pregunta: “¿está boca abajo?”. Es muy frecuente que la respuesta sea que no, o no mucho… y a partir de ese momento es cuando el médico o la enfermera pediátrica recomiendan que se ponga boca abajo. Con lo que se encuentran los papás que llegan a casa con la firme intención de que se adapte a esta nueva posición, en la que idílicamente imaginan a su hijo con una sonrisa mientras juegan, es que la realidad es muy distinta. Y, de nuevo, la disyuntiva aparece: ¿lo pongo boca abajo y le dejo llorar (y hago lo que me recomiendan), o vuelvo a colocarlo boca arriba o en brazos (y veo cómo mi hijo está tranquilo)?Esta misma dificultad nos la encontramos en muchas ocasiones cuando un bebé acude a nuestra consulta con motivo de un retraso psicomotor, una sospecha de parálisis cerebral, o en casos de alteraciones ortopédicas (plagiocefalia, tortícolis muscular, displasia de caderas, etc.). Y es que en muchos casos una de las pautas que damos a los papás y mamás los, es que pongan a su bebé boca abajo. Lo que desde hace algún tiempo, también se llama “Tummy Time”, que traducido literalmente sería algo así como “tiempo sobre la barriga”. Pues bien, antes de nada, es importante que sepamos porqué esta posición, qué ventajas aporta para el desarrollo en general (y también cuando se ha producido alguna lesión, alteración o patología que pueda afectar al desarrollo infantil):
- Favorece la actividad de la musculatura antigravitadora dorsal, y de la musculatura que ayuda al control de cabeza. Si el niño está boca abajo, la base sobre la que endereza su cabeza (en el primer trimestre) y su tronco (hacia final del primer trimestre y durante todo el segundo trimestre de vida) será muy diferente a la base sobre la que se apoya cuando se encuentra tumbado boca arriba. Esto hará que la musculatura empiece a generar fuerzas en distintas direcciones, imprescindible para que más adelante el niño pueda, por ejemplo, levantarse del suelo cuando lo necesite. Es necesario entender que el Sistema Nervioso del niño aprende mediante la experiencia, y este primer contacto con el boca abajo le permitirá generar patrones motores a los que pueda acceder en el futuro con más facilidad, tales como el volteo, el gateo o la sedestación.
- Ayuda al control oculo-manual. Cuando el bebé se encuentra en decúbito prono (como se denomina técnicamente la posición de boca abajo), sus manos se encontrarán dentro de su campo visual, y precisamente ellas serán las que le permitirán poder acercar objetos a la boca o explorarlos con sus ojos para fijarse en los detalles. Más adelante, cuando pueda desplazarse desde esta posición, podrá “hacer un cálculo” de a qué distancia se encuentra el juguete (o su papá, su hermanita…), y así decidir cómo llegar hasta ellos. Todo esto significa idear, secuenciar y ejecutar un plan motor. Y, una vez llevado a cabo, determinar qué adaptaciones son necesarias para ajustarse al entorno.
- Evita la aparición de deformidades craneales. Cuando el bebé se coloca boca abajo, el apoyo del peso de su cuerpo no se realiza sobre la cabeza; por tanto, es más difícil que puedan aparecer alteraciones a nivel craneal como la plagiocefalia o la braquicefalia. Cuando el bebé tiene una plagiocefalia (asociada o no a una tortícolis muscular congénita), evita que se acentúen las deformidades que puedan estar presentes (algo que aumentaría si el niño se mantiene durante mucho tiempo en la posición de boca arriba).
- Ayuda a crear un vínculo con los padres, hermanos y demás familia, ya que (realizado de forma adecuada), supondrá un momento de interacción y juego a través del que el niño se sienta conectado y ayudado por su entorno.
Y, si es una posición tan recomendable y es tan conveniente intentar que el bebé se mantenga en ella, ¿por qué lloran tanto cuando se mantienen boca abajo? Y lo que es todavía más importante: ¿Cómo podemos conseguir que lo hagan sin que suponga un drama? A continuación os daremos algunas recomendaciones útiles para conseguirlo sin que se trate de una lucha entre los papás y el bebé.
- Buscar el momento adecuado. No hacerlo justo después de las tomas de alimento, ni cuando el bebé esté cansado o con sueño, ya que seguramente llorará.
- Empezar cuanto antes, pero no tener prisa. A priori, podría parecer contradictorio, pero nos explicamos: es importante que el bebé empiece a estar en posición de boca abajo prácticamente desde los primeros días de vida, pero podemos colocarlo 1 ó 2 minutos, y volver a cambiarlo de posición. Se trata de que se vaya habituando a una nueva posición, y para ello podemos hacerlo varias veces durante el día en períodos cortos de tiempo. Más adelante, iremos aumentando el tiempo en esta posición, adecuándolo al que el niño pueda tolerar sin cansarse en exceso física ni mentalmente.
- Encontrar “alternativas de boca abajo”: no necesariamente tenemos que colocar al bebé sobre una superficie dura (y mucho menos, lejos de nosotros). Podemos empezar por recostarnos en el sofá y colocarlos sobre nosotros, de forma que con sus ojos puedan localizar nuestra cara, y al mismo tiempo que empiezan a entrenar la musculatura del cuello y el tronco, sientan nuestra respiración. También podemos cogerlo en brazos boca abajo, o ayudarle a que pueda empezar a despegar el tronco de la superficie con ayuda de una toalla o sábana enrollada bajo su pecho.
- Colocarnos de frente a ellos siempre que sea posible, y a su altura. Eso ayudará a que su motivación se encuentre al máximo, y que también en este momento el niño se sienta acompañado y sea un rato agradable para los dos.
- Situar los objetos a su alcance. Cuando el niño empieza a desenvolverse de forma un poco más autónoma en el boca abajo, es fundamental no colocar los juguetes lejos de él. Nuestra recomendación es colocar un juguete de forma que estirando el brazo pueda tocarlo y llegar a cogerlo. Muchas veces, con la mejor de las intenciones, los papás y mamás colocan los juguetes más lejos, para que el niño “lo vaya a buscar”; tenemos que entender que se trata de un proceso complejo, que irá construyéndose poco a poco. Para que lo entendamos mejor, si el primer día que voy a entrenar atletismo el entrenador me dice que salte a una altura de 2 metros, seguramente diré que es imposible, porque para mí en ese momento lo es; si en vez de ser 2 metros, la altura es de 50 centímetros, lo intentaré y es posible que lo consiga. Y así, mañana volveré a ir a entrenar motivado (y con esfuerzo y tiempo de trabajo, seguramente conseguiré saltar los 2 metros). Pues lo mismo ocurre con el bebé: si planteamos un objetivo inalcanzable se frustrará (y seguramente llorará), desmotivándose y generando una idea negativa con respecto a la posición. Si lo repetimos al día siguiente, seguramente en cuanto lo llevemos a la posición de boca abajo, sin que le pidamos nada más, ya empezará a llorar, para indicarnos que no le gusta lo que le planteamos. En cambio, si logramos captar su atención (durante el tiempo que sea), motivándole y generando un ambiente agradable para él, interaccionará con el entorno cada vez más.