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Alimentación y disfagia

La alimentación juega un papel importante en la vida de todo ser humano; además de ser una necesidad vital, forma parte de un acto social que nos hace sentir bien y con el cual disfrutamos.

Pero en nuestra cultura, el comer es mucho más que eso: reflejamos que disfrutamos con la comida; participamos, y en definitiva socializamos en torno a una mesa mientras comemos. Por este motivo, es muy importante mantener la alimentación oral durante toda nuestra vida.

En condiciones normales, nuestra alimentación se produce por vía oral (boca); dando a nuestro cuerpo los nutrientes y la hidratación necesaria para sobrevivir. A lo largo de la vida, y por diferentes motivos, la alimentación puede verse alterada, teniendo repercusiones importantes en nuestra participación.

Parte fundamental de la alimentación es el acto de deglutir, que constituye un proceso coordinado y muy complejo. Es fundamental y necesita un espacio destacable en nuestras vidas. Por ese motivo, facilitamos un esquema gráfico que nos permita tener una visión de la deglución en todas sus fases:

Debido a enfermedades congénitas (parálisis cerebral, enfermedades neuromusculares o metabólicas, alteraciones en la formación cerebral y del tubo neural…) o adquiridas (ictus, esclerosis múltiple, parkinson, lesión medular…) la deglución puede volverse dificultosa o imposibilitada; dicho déficit se denomina DISFAGIA (alteración o imposibilidad para realizar la deglución de líquidos, semisólidos y/o sólidos de una forma segura y eficaz).

La sintomatología de la disfagia es muy diversa: babeo, déficit formación del bolo, reflujo nasal, aspiraciones, penetraciones,… Teniendo en cuenta las características del déficit en la deglución, la disfagia podría desencadenar complicaciones tan importantes como la desnutrición, la deshidratación o complicaciones a nivel respiratorio.

En los últimos años se han realizado varios estudios que demuestran la incidencia de la disfagia en diversas patologías, o incluso en el proceso natural de envejecimiento de la población; además de demostrar que puede pasar desapercibida o se minimiza su alcance debido a la magnitud de otros déficits.

La prevalencia de la disfagia es muy  variable dependiendo de la patología y grado de afectación. Un claro ejemplo de ello es la ELA, en la cual el porcentaje de la existencia de disfagia suele ser muy elevado, teniendo en cuenta el estadio de la enfermedad y su evolución.

Os facilitamos el enlace a uno de los estudios con pacientes de ELA:

“Revisión de la incidencia de los problemas deglutorios en pacientes de ELA.”

Beatriz Heredia Camacho. 2013.

(V Congreso Internacional Virtual de Enfermería y Fisioterapia  Ciudad de Granada)

http://congresoenfermeria.es/libros/2014/salas/sala5/c_1330.pd

La rehabilitación de la deglución constituye un importante reto para los profesionales de la salud e implica el trabajo coordinado de un equipo multidisciplinar (logopeda, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional…). En general, el tratamiento de la disfagia va a suponer un desafío en cuanto a que debe contemplar la recuperación o la adaptación de la alimentación a las nuevas necesidades del paciente, y al mismo tiempo debe intentar no privarle del placer de comer.

La alimentación juega un papel importante en la vida de todo ser humano; además de ser una necesidad vital, forma parte de un acto social que nos hace sentir bien y con el cual disfrutamos.Pero en nuestra cultura, el comer es mucho más que eso: reflejamos que disfrutamos con la comida; participamos, y en definitiva socializamos en torno a una mesa mientras comemos.