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Recomendaciones para el manejo de un familiar tras un ictus reciente

Recomendaciones para el manejo de un familiar tras un ictus reciente

El ictus (o Accidente Cerebrovascular) es la principal causa de Daño Cerebral Adquirido, y se produce como consecuencia de la interrupción repentina de flujo de sangre en alguna zona del cerebro. En función de la causa de esta interrupción del “riego” sanguíneo se distinguen dos grandes grupos: el ictus isquémico (producido por una obstrucción en alguna las arterias cerebrales), o el ictus hemorrágico (que se produce como consecuencia de la rotura de un vaso sanguíneo).

FACTORES QUE DETERMINARÁN EL PRONÓSTICO

Cuando alguien de nuestro entorno sufre un ictus, varios factores determinarán las secuelas que puede sufrir, por ende, su pronóstico funcional (la capacidad de la persona para desenvolverse de forma autónoma en sus actividades cotidianas). Entre los factores que se consideran más importantes se encuentran:

  • La inmediatez en la detección y la atención médica urgente: el ictus se considera una urgencia médica que requiere un diagnóstico y abordaje precoz, con el fin de minimizar el impacto que la lesión genera sobre el cerebro.
  • La extensión de la lesión: dependiendo de si la lesión ha afectado a una de las grandes arterias cerebrales o lo ha hecho en una que nutre de sangre a una zona más pequeña, la afectación y su impacto sobre la autonomía e independencia de la persona será mayor o menor.
  • La zona cerebral afectada: en función de la arteria o zona afectada, las secuelas podrán afectar a las áreas cognitivo-conductual, comunicativa, perceptivo-motriz, visual, etc.
  • La precocidad y la intensidad del tratamiento rehabilitador: de todos los factores descritos, éste es el único sobre el que podemos influir cuando nuestro familiar ya ha sufrido el ictus. Múltiples estudios han comprobado que el abordaje rehabilitador desde momentos muy iniciales tras haber sufrido el ACV (horas después, cuando el paciente se encuentre estabilizado médicamente), así como una intensidad alta (investigaciones recientes hablan de horas de actividad dirigida cada día) de dicho tratamiento favorecerán una mayor autonomía en relación a la funcionalidad de la persona, así como una recuperación más rápida en el tiempo. Dicho tratamiento deberá estar dirigido por el equipo multidisciplinar en relación a los objetivos funcionales manifestados por la persona y su familia, y es conveniente que vaya acompañado de recomendaciones para el adecuado manejo 24 horas de la persona desde el primer momento, para evitar que una inadecuada movilización y asistencia por parte de la familia pueda provocar consecuencias negativas que perjudiquen la recuperación.
5 COSAS QUE NO DEBES HACER SI TU FAMILIAR HA TENIDO UN ICTUS RECIENTEMENTE

A continuación, os sugerimos 5 cosas que deberemos evitar en el manejo durante el día de nuestro familiar. De forma general, evitar estas conductas ayudará a optimizar su recuperación (o evitarán secuelas producidas por un manejo inadecuado).

Hacer las cosas en su lugar: es normal que intentemos ayudar a nuestro familiar en lo que necesita, pero en ningún caso debemos confundir “ayudar a hacer” con “hacerlo en su lugar”. Este primer aspecto es fundamental, y además podemos aplicarlo tanto a nivel físico (que ayude en la medida de sus posibilidades a transferirse de la cama a una silla), como a nivel de actividades cotidianas (que siga comiendo por sí mismo o que haga la lista de la compra), o a nivel de participación social (que vuelva a quedar con sus amigos/as para tomar un café). Si “hacemos las cosas” por nuestro familiar estamos restándole oportunidades para poder reaprender, y por tanto, limitando (de forma involuntaria, por supuesto), su recuperación.

Dejar que se mantenga en cama todo el día: de forma general, desde el momento en el que nuestro familiar se encuentre clínicamente estable, debemos favorecer que vuelva a colocarse en una posición erguida (por ejemplo, sentado en una silla con respaldo y reposabrazos). Varios estudios recientes han mostrado que la verticalización precoz está correlacionada con mejores resultados a nivel funcional a medio-largo plazo.

Asistir al movimiento o movilizarlo agarrando el brazo afecto: inmediatamente después de haber sufrido un ictus, nuestro familiar se encontrará en muchas ocasiones en una situación en la que no podrá cambiarse de la cama a una silla, por ejemplo, sin ayuda de otra persona. Es conveniente en caso de que le tengamos que asistir (o transferir de un lugar a otro) recordar siempre que no debemos agarrar el brazo afecto, que se encontrará en una situación en la que la musculatura no se activa espontáneamente. En su lugar, es conveniente que lo sujetemos lateralmente en las costillas, bajo las axilas, ya que daremos una referencia más estable y evitaremos provocar lesiones que puedan terminar provocando un cuadro clínico llamado “hombro doloroso” (relacionado con un peor el pronóstico funcional para el brazo y redunda a medio-largo plazo en una pérdida de calidad de vida para la persona).

Darle una pelota antiestrés para que la apriete (o para que no cierre la mano): hace décadas existía la creencia que si se colocaba algo dentro de la mano pléjica se podía evitar el cierre de la mano tras un ictus. A día de hoy, sabemos que esta estrategia no es útil, y que ese cierre de la mano está determinado por otros factores, como pueden ser la presencia de alteraciones perceptivas asociadas a la dificultad para el movimiento. Por tanto, y como alternativa, podemos ayudar a nuestro familiar incentivándole a que, en la medida de sus posibilidades, utilice e integre la mano siempre que sea posible. Si es difícil conseguirlo en actividades diarias, ya que exista todavía poca actividad muscular, nuestro fisio o terapeuta ocupacional podrá asesorarnos acerca de diversas alternativas que permitan un manejo y cuidado adecuado de la mano durante el día.

Hacemos todo lo posible para mejorar al máximo tu calidad de vida, trabajando con las terapias más actuales para nuestros pacientes únicos.