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El poder de las palabras

El poder de las palabras.

A veces, los familiares, amigos e incluso el personal sanitario, hacemos comentarios delante de los pacientes que no deberíamos hacer. Podemos pensar que una persona que ha sufrido un ictus y que como consecuencia presenta por ejemplo una afasia, no se entera de lo que hablamos y que en realidad, por el contrario, sea consciente de todo lo que se está diciendo. Esto podemos extrapolarlo a un niño, una persona mayor…

El hecho de decirle a alguien “vas a volver a caminar” o “no vas a volver a caminar” (o “vas a volver a hablar”/”no vas a volver a hablar”) sin saberlo a ciencia cierta va a provocar un cambio en el estado de ánimo y actitud de la persona hacia la vida en general y hacia la terapia en particular. ¿Por qué?Es cierto que hay que ser realistas, y habrá casos en los que haya que dar este tipo de información, cuando todo apunta que algo no va a ocurrir, o sí. También es cierto que la información debe darse de la forma adecuada, con la dosis adecuada y sobre todo, en el momento adecuado. Pero no podemos utilizar este tipo de afirmaciones cuando el futuro no es algo estático, ni exacto; sobre todo, porque el futuro también depende, en cierta medida, del presente (y de lo que hacemos en el presente para modificarlo). Así, si yo sufro un ictus y estoy en una silla de ruedas, pueden darse dos supuestos en los que las palabras tienen un gran poder:

  • Que nos digan “vas a volver a caminar”, y entonces puedo hacerme ilusiones de volver a caminar como antes y mis expectativas pueden a ser (o no) muy superiores a las reales. En este caso sería necesario matizar esta afirmación para hacerla lo más cercana posible a la realidad.
  • Que se genere en mí la expectativa de que “no vas a volver a caminar”, de forma que mi estado de ánimo y mi actitud probablemente se vea afectado de manera negativa.

Como ya hemos dicho antes, este tipo de información debe darse en el momento y con las palabras adecuadas de forma que la persona pueda asimilar mejor la información que se le está dando. Así, si yo como terapeuta te digo que “es posible que puedas volver a caminar con ciertas dificultades y/o con la necesidad de ayuda”, estoy dando la misma información pero de manera que es posible que se adapte más a la realidad futura, y por tanto sea más veraz; así, puedo matizar en qué circunstancias se va a dar esa marcha. En el caso contrario, en vez de dar una negativa podemos enfocarlo de otras formas, “tu objetivo es volver a caminar, y no sabemos si podremos llegar a eso, pero para intentarlo primero tenemos que trabajar muchas otras cosas”; a partir de ahí, podemos marcar objetivos que (a priori) puedan parecer más pequeños, tales como poder pasarse de forma independiente de sentado a de pie, o poder mantenerse en pie. Estos objetivos, que son alcanzables para el paciente, le ayudará a aumentar su nivel de motivación y contribuirán, seguro,  a que tanto la persona afectada como sus familiares y allegados puedan desenvolverse mejor en su día a día y por tanto tengan una calidad de vida mejor.

A veces, los familiares, amigos e incluso el personal sanitario, hacemos comentarios delante de los pacientes que no deberíamos hacer. Podemos pensar que una persona que ha sufrido un ictus y que como consecuencia presenta por ejemplo una afasia, no se entera de lo que hablamos y que en realidad, por el contrario, sea consciente de todo lo que se está diciendo.